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Foto del escritorJuan Francisco Gómez

El dilema del potencial: ¿cuándo una idea es buena?

¿Cuál es nuestro potencial verdadero? ¿Equivocarse es sinónimo de falta de potencial? ¿Si nunca lo puse en juego, sigue estando disponible?


Esta y varias preguntas son las que surgen al pensar en el potencial de cada uno de nosotros y muchas de las respuestas que nos solemos dar en esos momentos de duda, son justamente la razón por la cual nos hacemos esas mismas preguntas.


Creer que el potencial de una persona viene definido de antemano -y que, por ende, todo lo que sale bien y fluido es potencial y todo lo que no es limitación- es bastante cotidiano a la hora de reconocer nuestras capacidades.


El problema es que ese análisis parte de una base conceptual especifica que se encuentra presente en nuestra forma de pensar, desde los inicios de la cultura. En la historia de la filosofía encontraremos un debate que ha tenido más capítulos de los que imaginamos y que hoy sigue presente incluso en lo mas cotidiano.


Este debate tiene que ver con intentar explicar cómo surge el potencial de un ser vivo. ¿Es fruto de su esencia o se desarrolla con las circunstancias? La respuesta más compleja será obviamente la que incluya ambas dos explicaciones. Existe una genética y existen las circunstancias favorables o desfavorables.


Ojala el debate concluyera ahí.


El problema de este debate radica en ponerse de acuerdo en cómo definimos el potencial de alguien y si requiere sí o sí la puesta en acción para ser reconocido como tal, y para complejizar más la cuestión, si lo ejecuta de manera correcta o no.


¿Qué sería ejecutar de manera correcta?

Si nosotros tomamos al potencial como algo medible, debemos entonces aseverar que, para llamarlo potencial, debe existir la posibilidad de realizar una acción de por medio. Si yo no tengo la posibilidad de pasar a la acción eventualmente, parecería que eso no puede ser considerado potencial.


Afirmar que el hombre al nacer no tiene el potencial de volar parecería correcto, pero claramente la historia demuestra que el ser humano descubre constantemente nuevas formas de expandir las fronteras de potencial. Simplemente, que no de la manera que lo habíamos imaginado.


El potencial de una idea


La creatividad es comprendida como la capacidad de combinar y transformar de manera no convencional o por lo menos ingeniosa la realidad muchas veces en busqueda de una idea que se convertirá en acto gracias a la combinación de nuestra imaginación con los elementos de la realidad.


Siempre existieron ideas que, debido a las limitaciones del tiempo histórico, no pudieron concretarse hasta mucho tiempo después. ¿Podríamos atrevernos a decir que eran ideas sin potencial? ¿Concluiríamos entonces que Leonardo Da vinci, Julio Verne, Aldous Huxley, Ray Bradbury, tenían en sí mismos el potencial de inventar lo que imaginaron?

Ahí se encuentra el dilema que nos propone el potencial creativo. ¿Está definido de antemano? ¿La imaginación puede empujarlo? ¿Cómo lo medimos? ¿Con la vara del presente o con la vara de la trascendencia? ¿Cuántas ideas fueron concretadas en tiempo y forma, pero perecieron en el tiempo? ¿Cuántas ideas existen desde hace siglos y solo con el tiempo cobraron el valor de su potencial?


Existen ideas que mutaron desde sus inicios y eso les permitió persistir. Existen ideas que murieron por no adaptarse y seguir siempre igual. Aparentemente, solo el tiempo dirá cuál es el verdadero potencial de una idea y, probablemente, el de todos nosotros.



 

IG: @bepotencial


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